lunes, 31 de agosto de 2009

Síndrome especial del Periodista

Hace exactamente una semana, me encontraba en tierras santanderinas, en un curso de verano que la Universidad Menéndez Pelayo ha ofrecido sólo y exclusivamente para periodistas. Una experiencia (aunque corta para mí, debido a unos problemillas de salud), que ha sido bastante intensa. Y es que compartir mesa y mantel con grandes profesionales de este sector fue para mi un auténtico placer.

Durante las horas que pasé en la capital de Cantabria, pude compartir aula con María Iglesias, la presidente de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), un encuentro que logró hacerme recordar los motivos que me llevaron a ser periodista. A lo largo de su "clase magistral" abordó muchos asuntos que nos conciernen directamente, entre ellos, y como no podía ser de otra forma, la actual crisis en la que estamos sumergidos. María, sin pelos en la lengua, nos planteó varias incógnitas relacionadas con el futuro de la profesión: "¿Qué va a pasar con el periodismo? ¿Ha muerto el periodismo tradicional?". Interrogantes que generaron un intenso debate del que puede extraer una conclusión bastante clara: estamos ante un punto de inflexión que de forma progresiva está acabando con el plumilla tal y como lo conocemos.

Tal vez, mi generación, podría calificarse como la de la trancisión, ya que nos encontramos a caballo entre los periodistas de la vieja escuela (donde la informática se ha aprendido a base de horas de trabajo delante de un ordenador) y la nueva. Esta última son los actuales alumnos de las facultades de comunicación, futuros periodistas que salen al mercado laboral con los conocimientos más avanzados en programación informática.

De hecho, a pesar de que me considero una persona con elevados conocimientos informáticos, tengo que reconocer que estos han sido adquiridos a base de cursos y horas de estudio, porque si en mi caso dependiera de la facultad... no sabría maquetar una mísera página. Y es que hay que tener en cuenta que cuando yo aún asistía a las aulas se diseñaba las páginas de los periódicos con tipometro. Increíble.

Además de ello, María Iglesias dedicó buena parte de su conferencia al Síndrome especial del Periodista. Ese piloto automático que se nos activa cuando surge una situación de emergencia y que nos hace trabajar sobre un asunto como si la vida se nos fuera en ello. Surge cuando aparece una historia dramática que rellena decenas de páginas de periódicos y que nos obliga a no pensar, a tratar lo ocurrido con todo rigor, respeto, algo de ética (ya queda muy poca)... y que cuando parece que ya ha acabado, cuando colocamos el punto y final, nos hace darnos cuenta de la verdadera magnitud de los hechos y nos acongoja.

La presidenta de la FAPE nos aseguró que tras el fatídico 11 de marzo, los psicologos del IFEMA llegaron a atender a casi más periodistas que a familiares.

En ese momento, recordé que yo no he vivido de cerca (por suerte) una tragedia de esa magnitud, pero si el asesinato de una mujer, Juana, a manos de su ex pareja en el Pago de San José que me quitó el sueño durante días. O el caso de Maleni, a la que desde aquí le mando un abrazo enorme. O el accidente aéreo que le costó la vida a tres personas a escasos metros del aeropuerto de Jerez.
Estos tres sucesos activaron durante horas ese chip en mi cabeza, pero me han marcado lo suficiente como para no olvidar a sus víctimas y familiares. Siempre he oído que los periodistas estamos hechos de un material diferente. No sé si eso es verdad, pero lo que tengo claro es que afrontamos el dolor de forma especial, en silencio y cuando ya ha caído el telón. Y en algunos casos, no llegamos a olvidar nunca.

2 comentarios:

  1. Lo tuyo es periodismo de vocación prima mia!!!te chero.muak

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  2. Seguro que un dia te dan el Pullicer. No desesperes y persiste.
    República de Cuartillo

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