jueves, 26 de noviembre de 2009

Cierres, despidos e Ikea

No lo entiendo. Hoy en el blog Vicasa no se cierra se anuncia que "entre esta tarde y mañana se apagará el último horno que aún estaba operativo en la fábrica de botellas de Jerez". Así, de golpe y porrazo, y en menos de tres meses, mañana la ciudad perderá uno de sus mayores símbolos y una de las pocas industrias que le quedaba. Tras 114 años, los hornos de estas instalaciones dejaran de funcionar.


El acuerdo alcanzado entre trabajadores y empresa supondrá que 40 empleados permanecerán en el nuevo centro que Vicasa tiene pensado poner en marcha en las instalaciones que la factoría mantenga en la ciudad, otros 44 serán prejubilados y 28 se trasladarán a la factoría que esta entidad posee en Alcalá de Guadarira, Sevilla. ¿Y ahora qué?

Además del daño que se le ha causado a los trabajadores y sus familias, la ciudad se queda sin un referente importantísimo. Perdemos una de las escasas industrias aparentemente fuertes que teníamos y el paro sigue subiendo de forma alarmante sin que, hasta la fecha, ninguna medida para frenarlo haya ayudado demasiado. Y es que argumentar que Ikea es la gran solución, ya huele.

Necesitamos que nuestro Ayuntamiento consiga convencer a alguna industria de que Jerez es el espacio adecuado para que desarrollen su actividad. Y para eso hay que trabajar mucho y muy duro, además de abaratar los costes que supone plantarse en alguno de nuestros inmensos polígonos industriales. Y lo digo con conocimiento de causa. De qué nos sirve tener tanto suelo industrial si no sabemos con que rellenarlo??

Hace poco menos de una semana (antes de que la Gripe A invadiera mi organismo), gracias a mi trabajo visité una nueva empresa centrada en la fabricación de maquinaria que se ha ubicado en El Puerto de Santa María. Sus porpietarios, tres socios jóvenes y con las ideas muy claras, intentaron montar la empresa en Jerez pero los elevados costes hicieron que se decantaran por El Puerto. Esta empresa en la actualidad tiene contratado a unos 30 trabajadores y algunos de ellos son ex-empleados de la maltrecha Delphi.


De igual forma, falta en Jerez un nido de empresas similar al existente en la localidad vecina (lo que tenemos es insuficiente), naves para que emprendedores puedan asentarse en ellas con alquileres bajos y voluntad para hacer de la vieja ciudad del vino una mina de oportunidades.

Historias interminables, o no?

Llevo más de un año apartada de forma obligada de las redacciones de los periódicos y a diario me entristece comprobar que hay cosas que no cambian por muchos meses que pasen. En Jerez exite un claro problema: el Gobierno municipal ha dejado de escuchar a quiénes en su día les respaldaron en las urnas y se ha centrado en sus conflictos internos que miran hacía la sucesión de la abeja reina.

Es cierto que esta ciudad durante más de 25 años ha tenido prácticamente olvidada determinadas barriadas, especialmente aquellas que se ubican en zonas rurales y que con la llegada del cambio en el sillón de la Alcaldía, parecía que estos rincones comenzarían a ser tratados de forma distinta. Y digo bien, parecía, porque el principe se transformó en sapo y las promesas cayeron en el olvido. En el Mojo y Baldío Gallardo aún hay familias sin agua ni luz, en Rajamancera no se arreglan las calles desde la época de mis abuelos y en El Portal aún aguardan dos cosas: que hagan de una vez los pisos nuevos que sustituirán a los que se están derrumbando poco a poco y que metan mano al río Guadalete.

En cuanto a los barrios de la urbe, parece que algunas cosas sí se han movido (en cuatro años es de esperar) como en La Liberación o en el cerro de Primero de Mayo, dónde las máquinas trabajan bajo el presupuesto del Plan Urban. No obstante, en Palos Blanco o San José Obrero, el puente que une estas dos zonas de la ciudad sigue trayendo de cabeza a los vecinos. Y digo yo, ¿tanto trabajo cuesta hacer un paso peatonal en condiciones? Llevan con esta petición desde no sé ya cuanto años, incluso se presupuestó la supuesta obra que habilitaría una zona de paso, se pegaron carteles de la vieja GMU y la alcaldesa (entonces candidata) no dudaba en dar soluciones a ese contratiempo a modo de promesas. Pero la realidad es que a día de hoy, las cosas no han cambiado nada. Sigue habiendo promesas de que la elevación del tren pronto atajará el problema, pero mientras que esta llega, como dicen los presidentes de las asociaciones de vecinos implicadas, quienes pasen por allí correrán peligro.

En Federico Mayo, el panorama no es más alentador. Recuerdo con cariño la petición de sus vecinos de un parque infantil decente para la plaza del barrio. Julio Morello, el cabeza visible de la asociación, no cesó ni un instante de escribir cartas a los responsables políticos correspondientes y cuando consiguió el parque estaba pletorico. Pero poco le duró la satisfacción, y es que en menos de dos semanas el parque infantil se cayó literalmente hablando. Un hecho que puso sobre la mesa las chapuzas que se están haciendo en muchas zonas para callar bocas y que éstas dejen de incordiar porque dan mala imagen a los políticos.


Y podría poner muchos ejemplos más, seguro que Miguel Zarzuela, Sebastián Peña, Jesús Palomo, Ana Rosa Pérez, Miguel Álvarez o cualquier otro líder vecinal tienen casos muy significativos que contar.

Eso sí, falta muy poco para las elecciones y la alcaldesa parece que no atraviesa su mejor momento en cuanto a la valoración que sus cociudadanos están haciendo de ella. Lo mismo ocurre con los líderes de la oposición, que durante estos años parecen haber estado dormidos en los laureles. Así que me aventuro a afirmar que, una vez que pasen las vacaciones navideñas, comenzaremos a tener nuevas promesas hasta en la sopa, se comenzarán a solventar problemillas que llevan años guardados en un cajón político y las fotos en los periódicos (especialmente la de primera) se venderá al mejor postor, o sea se, a quien dé mejor una exclusiva.

domingo, 27 de septiembre de 2009

La tardanza

Llevo un par de semanas sin escribir nada en este blog, y es que adaptarme a mi nuevo puesto de trabajo me esta quitando más tiempo de lo que creía. No me entendáis mal, estoy encantadísima, pero tengo que ponerme al día en muchas cosas de ciencias y eso requiere, no sólo horas oficiales en las oficinas de la OTRI, sino también extraoficiales en casa para entender bien todo lo que comienza a rodearme en el Vicerrectorado de Investigación, Desarrollo Tecnológico e Innovación.
Es una aventura que no sé cómo acabará pero tengo claro que me va a enseñar muchísimo, porque en sólo 15 días estoy descubriendo un nuevo mundo lleno de misterios.
De hecho, conocer que la Universidad de Cádiz es una de las mejores en materia de investigación me enorgullece, aunque haya cursado mis estudios en Sevilla, porque eso quiere decir que en este rinconcito de la península hay muchas personas que apuestan por el desarrollo de nuevas ideas, apuestan por mejorar la realidad que nos rodea a base de trabajo, de investigar, y eso me encanta.
En fin, que entre mi periodo de adaptación y mis problemas de estómago (ya estoy mejor, progreso adecuadamente), he tenido abandonado el blog, pero ya estoy aquí de nuevo.
Gracias a quienes me habéis insistido en que no deje de escribir en el blog!!!
Nur, eres de esas amigas que siempre quiero tener cerca!!!

jueves, 10 de septiembre de 2009

Días que se hacen eternos

Hoy estoy feliz. El martes volví a darme cuenta de que siempre hay algo de esperanza y que cuando menos te lo esperes, alguien, en algún lugar, decide darte otra oportunidad. El lunes comienza una otra etapa en mi vida que promete ser muy diferente. Pase lo que pase, aprenderé, conoceré un nuevo mundo y, lo que es más importante, me ayudará a crecer como persona. Comienzo una vez más como becaria (y ya van tres), una nueva aventura que pienso aprovechar al máximo. Me dure lo que me dure esta nueva apuesta sé que marcará mi carrera profesional y mi vida.

Durante un año, me he despertado cada día deseando que sonara el teléfono y alguna voz decidiera darme la oportunidad de volver a salir a la calle en busca de la noticia. No obstante, la situación actual no me ayudaba demasiado y los días se fueron convirtiendo en meses y los meses en un año duro y demasiado largo.

Todos las mañanas revisaba los portales de empleos que hay en la red (decenas), me inscribía en aquellas ofertas que me parecían acertadas para mi o mandaba el currículum a diferentes redacciones de cualquier rincón de España, a conocidos, amigos o personas que sabía que podrían echarme un cable. A diario, leía los periódicos (pese al dolor que ello me provocaba a veces) para seguir estando al día de la actualidad, solía inscribirme en cursos relacionados con las nuevas tecnologías y redactaba alguna nota de prensa de las asociaciones con las que colaboro de forma habitual.

He recorrido kilómetros para acudir a entrevistas donde me han llegado a ofrecer 300 euros de sueldo y me he desesperado hasta decir basta cuando a mi situación laboral se le unió algún que otro problema de salud. A pesar de todo, me lo he tomado con humor, a mis amigas les digo que "tuve que pasar junto a una conferencia de tuertos en algún momento y que todos se fijaron en mi" (que me perdonen los tuertos).

Pero, lo peor es que hay personas que están atravesando situaciones mucho más delicadas que yo. Y es que, por suerte no tengo una hipoteca que me ahoga ni una familia que mantener. Somos cinco millones de parados en España (y la lista parece que aumentará. Mi solidaridad con mis compis de Localia e Información Jerez y con los trabajadores de Vicasa) y hay historias que me hacen darme cuenta de lo afortunada que soy pese a mi situación. En la cola del Inem, hace unos días, me encontré con una vieja compañera de estudios. Y tras varios minutos de charla, comenzó a explicarme su actual situación. Vive con su pareja (en paro también) en una casa que a duras penas pueden pagar, están a punto de perder el hogar que construyeron hace tres años con mucha ilusión y lo peor es que me aseguraba que "no tenemos a donde acudir".

La famosa ayuda de los 420 euros no es suficiente para Teresa, una mujer que vive en San Telmo y que mantiene a 8 persona ella solita. Sus lágrimas en las puertas del Servicios Andaluz de Empleo me superaron. "Y yo me quejo", pensé. "Los días se me hacen eternos. No encuentro trabajo ni limpiando escaleras. Sólo me queda robar o hacer algo peor", explicaba a quien la quería oír.

Y con este panorama, la llamada de Ismael para darme la oportunidad de ser becaria de nuevo hizo que me sintiera como si hubiese pasado el casting de mi vida. Sé que para muchos es un paso atrás, pero para mi ahora mismo es un oasis en medio del desierto del que pienso aprovechar cada uno de sus recursos, aunque en unos meses el destino me vuelva a colocar en las listas del paro. Espero que no sea así y que comience una nueva aventura sin retorno.

A ver si se acaba esta dichosa crisis aparentemente sustituida en los medios por la oportuna Gripe A.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Romper las barreras del silencio

Dicen que la represión franquista fue especialmente cruel en la sierra de Cádiz y que pocas muy pocas familias consiguieron librarse de ella. Dicen que cuando el mal llamado ejército nacional entró en pueblos como Benamahoma (pedanía de Grazalema) las balas corrían por la calles como almas que lleva el diablo y que el temor hizo que demasiadas personas huyeran a la montaña para evitar ser ejecutadas. Dicen que los soldados fueron muy sanguinarios porque en esa zona, aislada, “a nadie le importaba lo que se hacía”. Y dicen que durante años las víctimas tuvieron que hacer de tripas corazón y aprender a convivir con los verdugos para evitar que el odio se transmitiera de generación en generación.
Después de 70 años de silencio, los pocos testigos que quedan de la represión franquista que tuvo lugar durante la guerra y la posguerra han comenzado a alzar la voz y todo gracias a iniciativas como el proyecto Grazalema-Benamahoma-Ribera de Gaidóvar. Recuperando la Memoría Histórica, respaldado por la Diputación de Cádiz. Un trabajo que “no surge al amparo de la Ley de Memoria Histórica. Cuando llegué a la Alcaldía de Benamahoma muchos vecinos aprovecharon para contarme que en el municipio de Grazalema y otros de la zona había lugares donde se ubicaban algunas fosas comunes. Fue entonces cuando decidimos iniciar el proyecto, siempre teniendo en cuenta que en este pueblo no hablamos de dignificar a las víctimas sino de algo más sencillo, sanear la salud mental de muchos de nuestros vecinos más mayores porque la mayoría de ellos no sabían dónde estaban sus familiares y algunos incluso pensaban que estos podían estar vivos”, explica Joaquín Ramón, alcalde pedáneo de Banamahoma.

Así, poco a poco se iniciaron los trabajos que dieron como resultado la creación de un banco de datos de desaparecidos mientras que se encontró la primera de las fosas comunes que han sido exhumadas en la zona, concretamente en la localidad de El Bosque. En ella había 17 cuerpos de personas procedentes de Ubrique, El Bosque y Benamahoma. Cerca de una veintena de víctimas con historias propias a los que sus familiares consiguieron poner nombres y apellidos además de darles un entierro digno. Entre los restos hallados en El Bosque estaban un cartero y su hijo –este último de 15 años- o el abuelo de Lucía, vecina de Benamahoma.

Relato de un recuerdo.


“Mi padre fue uno de tantos que decidió huir a la sierra cuando llegaron los nacionales al pueblo. Una noche, decidió bajar a ver a su familia junto a varios compañeros y uno de los vecinos se lo comunicó a los soldados. Cuando los falangistas llegaron a mi casa a buscarlo, él ya se había marchado y preguntaron a mi abuelo por su paradero. Como no les dijo nada, al día siguiente se lo llevaron en un camión junto a más familiares de los hombres que estaban en el monte y nunca más volvieron a verlo. Los mataron. Y no contentos con eso a mi abuela la sacaron de su casa, le cortaron el pelo y le dieron purgante de aceite y resino migaos para que se hiciera sus necesidades encima. Después de eso, mi padre se vino del campo. Él se entregó junto a otros hombres en el cuartel y después de aquello lo llamaron para fusilarlo. Al poco de que marchara, desde nuestra casa se sintió el primer tiro. Un hombre que vio cómo se llevaban a mi padre -que no era ni sindicalista ni militante de ningún partido- intervino para que no lo fusilaran. En el cuartel le dijeron: ‘El que tenga pies que lo salve’. Así que echó a correr y antes de llegar a la plaza donde los fusilaban dio voces y nombró varias veces a mi padre. Entonces pararon y por ello se salvó”, cuenta Lucía.

Ella es el vivo rostro de una mujer que ha conocido la cara más amarga de la represión. Con los ojos brillantes y de luto riguroso por la muerte reciente de un hijo, pegada a la estufa de su acogedora casa insiste una y otra vez en que “lo que aquí sucedió fue muy fuerte. Entraban en las casas cada vez que quería. Siempre hemos vivido con miedo”.
Y es que ella tiene claro que “aquí hubo demasiados francos que hicieron barbaridades”. Su familia, como muchas otras, ha aprendido a convivir generación tras generación con los verdugos de sus padres, abuelos, hijos o vecinos y siempre en silencio. De hecho, algo que las víctimas siempre tuvieron claro es que “los hijos o nietos de quienes en su día hicieron tanto mal no tienen la culpa de nada y para que no hubiera rencillas entre familias se prefería no contar nada lo que sucedió. Había que convivir con aquellos que hicieron tanto daño”, indica Lucía con resignación.

Tras el funeral que se realizó en la pedanía de Benamahoma de las personas que fueron encontradas en El Bosque, la Administración local decidió ir más allá y “se continuaron los trabajos para conocer la ubicación del resto de las fosas comunes que existen en esta zona. De hecho, y según hemos podido averiguar en nuestro municipio existen ocho, la más grande está en el viejo cementerio de Benamahoma –se cree que en ella puede haber más de un centenar de cadáveres- y la llamada fosa de las Mujeres de Grazalema”, señala el alcalde pedáneo.
La fosa de las Mujeres

Según los datos aportados por el director de la delegación de Ciudadanía de la Diputación de Cádiz, Carlos Perales, en la provincia gaditana existen casi un centenar de fosas comunes, la mayoría localizadas. Una de ellas, ha sido la fosa de las Mujeres, llamada así porque en su interior se han encontrado los restos de 16 vecinas de Grazalema y un menor de edad, probablemente el encargado de cavar la fosa de dos metros de largo, un metro de ancho y uno de profundidad.

“Cuando se iniciaron los trabajos para exhumar los restos de estas personas, los investigadores se dieron cuenta de que a pesar de que había balas en la fosa, estas mujeres fueron asesinadas en su mayoría con armas blancas y sus cuerpos arrojados de cualquier forma al interior de fosa, eso sin olvidar que antes de ser asesinadas las pasearon en un camión por el pueblo. Fueron con ellas especialmente crueles”, explica el director de la delegación de Ciudadanía de la Diputación.

Estas mujeres eran en su mayoría amas de casa que “tenían algún familiar o amigo militando en un sindicato o partido”. Y es que como indicó Lucía “en estos pueblos se mataba más por rencillas, envidias, entre vecinos que por cualquier otro motivo”. Las edades de las víctimas están comprendidas entre los 14 y los 61 años y “algunas de ellas o estaban embarazadas en el momento que fueron ejecutadas o habían sido madres con anterioridad”, algo difícil de determinar después de 72 años.

“Cuando comenzamos los trabajos en la fosa aparecieron amenazas a través de pintadas en las inmediaciones de ésta. Por algo, había gente que no quería que se conociera la verdad de lo que allí pasó. Y eso nos ha obligado a trabajar con mucha cautela”, subraya Carlos Perales. Una realidad que para el alcalde de Benamahoma “refleja que con la exhumación de estos cadáveres hemos abierto una puerta que nos lleva a conocer qué ocurrió verdaderamente en estos pueblos durante aquellos años”.

La tragedia de Benamahoma

En el corazón de esta entrañable pedanía de Grazalema descansa un elevado número de personas que fueron fusiladas por el régimen franquista en plena Guerra Civil. En una fosa, cuyas características aún están por determinar, ubicada en el viejo cementerio, se estima que en su interior puede haber más de un centenar de cadáveres. Es más, “es muy difícil determinar la cifra de personas que están enterradas en ella, ya que hasta aquí los falangistas traían a muchos vecinos de otros pueblos para ejecutarlos en la tapia de la iglesia (situada a pocos metros de la fosa)”, matiza Joaquín Ramón.

En esta sepultura hay una dificultad añadida ya que “al haber un volumen importante de cuerpos, utilizaban mucha cal viva y ésta deteriora los cuerpos. Hablamos de un centenar de cadáveres sólo en la capa superior de la fosa, personas que no podremos identificar, aunque hasta la fecha tenemos un listado de 50 nombres de vecinos que sabemos que están allí con total seguridad”, asevera el alcalde de Benamahoma. “La memoria colectiva ha conseguido ubicar en esta fosa a determinadas personas como a una mujer que fue tiroteada en medio de una de las calles del pueblo. Los vecinos recuerdan que estaba embarazada, que se arrastró calle abajo muriéndose y pidió un vaso de agua. Un hombre fue a dársela y casi muere también por ello”, atestigua Joaquín Ramón.

Los trabajos en esta fosa ya han comenzado y se esperan que duren poco más de un año, tras la exhumación de todos los cadáveres existentes en este lugar “haremos un mausoleo en la zona que se convertirá en un parque donde los vecinos podrán acudir para leer, reflexionar o pasear”. Un homenaje a esas víctimas que en el pueblo un alto porcentaje de vecinos creen “justo y necesario”.
De hecho, Lucía asegura que “si mi padre viviera, cuánto lucharía por sacar de las fosas comunes a quienes están en ellas y darles un entierro digno. Nosotros lo estamos haciendo desde una postura serena y clara. Hemos contado lo que sabíamos para poder encontrar a estas personas. El día que sacaron los cadáveres de la fosa común de El Bosque fue para nosotros muy importante. A esas personas, nuestros familiares, se las llevaron de sus casas a la fuerza para hacer con ellos lo que querían y se merecen al menos un entierro digno. Mi abuelo ha vuelto de donde se lo llevaron, a su casa, a su pueblo y tiene un sitio en el cementerio, no está en medio del campo”.

Por ello, desde Benamahoma no entienden las críticas que se han generado por el proceso que el juez Baltasar Garzón intentó poner en marcha contra el general Francisco Franco y otros 44 miembros de sus Gobiernos a los que acusaba de “delitos contra Altos Organismos de la Nación y la forma de Gobierno”, así como de “detención ilegal con desaparición forzada de personas”, en un marco de “crímenes contra la humanidad”.

“Ahora hemos tenido la posibilidad de que por primera vez en nuestra historia un juez investigue lo que verdaderamente ocurrió, por lo que no podemos permitir que mucha gente diga que es el delirio de un magistrado. Además, lo digo desde el respeto, pero me da verdadera vergüenza que la Audiencia Nacional y los fiscales ataquen a un juez que nos está dando la oportunidad de conocer qué ocurrió en este país aquellos años”, en palabras de Joaquín Ramón, alcalde pedáneo de Benamahoma y vicepresidente de la Asociación de Memoria Histórica y Justicia de Andalucía.

lunes, 31 de agosto de 2009

Síndrome especial del Periodista

Hace exactamente una semana, me encontraba en tierras santanderinas, en un curso de verano que la Universidad Menéndez Pelayo ha ofrecido sólo y exclusivamente para periodistas. Una experiencia (aunque corta para mí, debido a unos problemillas de salud), que ha sido bastante intensa. Y es que compartir mesa y mantel con grandes profesionales de este sector fue para mi un auténtico placer.

Durante las horas que pasé en la capital de Cantabria, pude compartir aula con María Iglesias, la presidente de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), un encuentro que logró hacerme recordar los motivos que me llevaron a ser periodista. A lo largo de su "clase magistral" abordó muchos asuntos que nos conciernen directamente, entre ellos, y como no podía ser de otra forma, la actual crisis en la que estamos sumergidos. María, sin pelos en la lengua, nos planteó varias incógnitas relacionadas con el futuro de la profesión: "¿Qué va a pasar con el periodismo? ¿Ha muerto el periodismo tradicional?". Interrogantes que generaron un intenso debate del que puede extraer una conclusión bastante clara: estamos ante un punto de inflexión que de forma progresiva está acabando con el plumilla tal y como lo conocemos.

Tal vez, mi generación, podría calificarse como la de la trancisión, ya que nos encontramos a caballo entre los periodistas de la vieja escuela (donde la informática se ha aprendido a base de horas de trabajo delante de un ordenador) y la nueva. Esta última son los actuales alumnos de las facultades de comunicación, futuros periodistas que salen al mercado laboral con los conocimientos más avanzados en programación informática.

De hecho, a pesar de que me considero una persona con elevados conocimientos informáticos, tengo que reconocer que estos han sido adquiridos a base de cursos y horas de estudio, porque si en mi caso dependiera de la facultad... no sabría maquetar una mísera página. Y es que hay que tener en cuenta que cuando yo aún asistía a las aulas se diseñaba las páginas de los periódicos con tipometro. Increíble.

Además de ello, María Iglesias dedicó buena parte de su conferencia al Síndrome especial del Periodista. Ese piloto automático que se nos activa cuando surge una situación de emergencia y que nos hace trabajar sobre un asunto como si la vida se nos fuera en ello. Surge cuando aparece una historia dramática que rellena decenas de páginas de periódicos y que nos obliga a no pensar, a tratar lo ocurrido con todo rigor, respeto, algo de ética (ya queda muy poca)... y que cuando parece que ya ha acabado, cuando colocamos el punto y final, nos hace darnos cuenta de la verdadera magnitud de los hechos y nos acongoja.

La presidenta de la FAPE nos aseguró que tras el fatídico 11 de marzo, los psicologos del IFEMA llegaron a atender a casi más periodistas que a familiares.

En ese momento, recordé que yo no he vivido de cerca (por suerte) una tragedia de esa magnitud, pero si el asesinato de una mujer, Juana, a manos de su ex pareja en el Pago de San José que me quitó el sueño durante días. O el caso de Maleni, a la que desde aquí le mando un abrazo enorme. O el accidente aéreo que le costó la vida a tres personas a escasos metros del aeropuerto de Jerez.
Estos tres sucesos activaron durante horas ese chip en mi cabeza, pero me han marcado lo suficiente como para no olvidar a sus víctimas y familiares. Siempre he oído que los periodistas estamos hechos de un material diferente. No sé si eso es verdad, pero lo que tengo claro es que afrontamos el dolor de forma especial, en silencio y cuando ya ha caído el telón. Y en algunos casos, no llegamos a olvidar nunca.

miércoles, 19 de agosto de 2009

A vueltas con el botellón


La implantación en la ciudad de la Ley Antibotellón hace ya más de dos años, genero cierto recelo en un parte de la población que, como yo, creía que no iba a servir para nada. No obstante, durante varios meses parecía que nos habíamos equivocado, ya que el temor a las sanciones económicas hizo que la mayoría de los jóvenes se alejaran de las calles para beber y decidieran cambiar sus costumbres nocturnas.


Pero como suele ocurrir con este tipo de normativas, una vez pasada la cuarentena y con la crisis azotando cruelmente a los más jóvenes, aquellos que dejaron de tomar copas en los parques decidieron retomar las viejas costumbres en calles estrechas, a las puertas de las discotecas o en zonas verdes alejadas del centro de Jerez y donde la presencia policial brilla por su ausencia.


La realidad es que durante algún tiempo la Ley Antibotellón se hizo efectiva, pero ya no. El elevado coste de las copas en los bares y la pérdida del miedo a las multas está haciendo que muchos vecinos vuelvan a no poder pegar ojo por las noches, y buena culpa de ello reside en la falta de un espacio decente para poder hacer el botellón. Y es que, el solar habilitado en el Gonzalez Hontoria no es ni la mitad de aquello que se prometió en las ruedas de prensa.


Además de estar ubicado a escasos metros de las casas de la avenida de las Olimpiadas (hace poco hablé con sus vecinos y están que trinan. Se han planteado seriamente denunciar al Ayuntamiento), no posee las infraestructuras necesarias para que resulte lo más atractivo posible a un colectivo que desde el principio se negó a aceptar que le impusieran ese espacio cercado y sin apenas luz.


Así, que los jóvenes se buscan otras zonas donde las patrullas de la Policía Local no les molesten y Guadalcacín es el espacio perfecto: no muy alejada de Jerez, con amplios jardines, cerca de una discoteca, sin vigilancia... Así, que los vecinos de esta pedanía vuelven a tener el problema del botellón ante sus casas, un contratiempo que por otra parte nunca ha dejado de estar presente en este rincón jerezano.


Hace un año exactamente Manuela, una de las afectadas por esta forma de diversión juvenil, me llamó para denunciar la situación. Recogieron firmas, pusieron pancartas y se reunieron con todos los políticos responsables. La situación se saldó con la promesa de que, ante la falta de efectivos locales, la Guardia Civil haría acto de presencia en la zona. Esa medida duró tres fines de semana.


Por eso, cuando veo que han creado patrullas ciudadanas y que están dispuestos a acabar de una vez con la situación que padecen desde hace años, no dejo de pensar que, aunque el Ayuntamiento no lo vea así (y me refiero al matriz, no al de Guada), demasiado bien se están portando porque en otras ciudades ya hubiese habido alguna denuncia contra la Administración Pública por no cumplir la ley y no velar por el descanso de los ciudadanos de Guadalcacín.


Ya veremos como acaba esto y si otros barrios se unen a las protestas, porque afectados también hay en otras zonas.


La clave para hacer que la situación cambie está en que el Ayuntamiento, con Pilar Sánchez a la cabeza, escuche a sus ciudadanos (tanto a los vecinos como a los jóvenes). No sirve de nada tomar medidas sin consenso porque después pasa lo que pasa.

sábado, 15 de agosto de 2009

Los ojos de la guerra

El fotógrafo Jordi Pujol murió en Sarajevo tras ser alcanzado por la carga de un mortero en 1992. Luis Valtueña fue asesinado en enero de 1997 en Zaire. Juantxu Rodríguez murió alcanzado por un disparo de un soldado norteamericano durante la invasión de Panamá. Miguel Gil fue asesinado en una emboscada en Sierra Leona en el año 2000. José Couso fue asesinado tras el lanzamiento de varios proyectiles del ejército norteamericano contra el hotel Palestina donde se alojaba la prensa occidental en Bagdad, durante la invasión de Irak. Julio Anguita Parrado nos dejó el 7 de abril de 2003, mientras viajaba "empotrado" en la Tercera División de Infantería del Ejército de EEUU en Irak. Ricardo Ortega murió tras resultar herido de bala durante un tiroteo en Puerto Príncipe.... y la lista es muchos más amplia, sin contar con aquellos compañeros que resultaron heridos mientras que ejercían su profesión en unas zonas del planeta donde la vida vale muy poco.

Todos ellos han sido nuestros ojos en países machacados por la violencia, el caos, el odio y el resentimiento. Gracias a ellos hemos conocido qué ocurría en Chechenia, Sierra Leona, Irak o Haití. Nos han enseñado la crueldad de la guerra en estado puro, nos han hecho descubrir qué se esconde tras las estadísticas o los números en aquellos lugares donde la muerte se encuentra en cada esquina y nos han dejado bien claro que mientras que ellos estén en estos rincones del mundo siempre habrá una instantánea o algún artículo que denuncie situaciones que para nosotros son inimaginables.

Cuando entré en la universidad quería ser corresponsal de guerra. Era algo que, como un alto porcentaje de ilusos futuros periodistas, quería llegar a ser en algún momento, pero a medida que comencé a adentrarme en esta compleja profesión me dí cuenta que para ello necesitaba estar hecha de una pasta especial de la que creo que carezco.

Siempre los he admirado. Por su valentía, honradez, ganas de cambiar las cosas y el amor incondicional que tienen a la vida y a esta profesión. Miguel, Jordi, José, Alfonso, Jon, Emilio, Marruja o Mercedes han sido o son ejemplos de superación, una tribu que a diario se juega la vida para informarnos de la realidad más cruel.

Cuando me enteré de que Emilio Morenatti había sido herido en Afganistán se me encogió el corazón. En seguida me vino a la cabeza su secuestro en Gaza, la inquietud de muchos de sus amigos durante esas horas de angustia, la alegría de su liberación, las imágenes con su familia ya en Jerez... y el rostro de algunos compañeros que no lograron sobrevivir en situaciones semejantes. Ahora deseo que Emilio (un fotógrafo jerezano que con sus imágenes ha logrado hacer reflexionar a muchos y del que nos sentimos orgullos en esta gran ciudad) se recupere cuanto antes para que pueda volver a coger su cámara. Y es que espero verlo pronto por algún barrio jerezano mientras que planea su próximo destino.

viernes, 14 de agosto de 2009

A la deriva


Desde hace poco más de 11 meses estoy perdida. Una mañana la crisis económica llamó a mi puerta y una carta de despido me hizo darme cuenta que me había topado con la más cruel de las realidades: aunque te dejes la piel en un proyecto concreto, si a la empresa no le encajan los números estás en la calle. Por desgracia, tras mi salida fueron cayendo más compañeros y a día de hoy me atrevería a afirmar que existimos casi más profesionales de los medios de comunicación recibiendo prestación por desempleo o ejerciendo otro trabajo que en activo, y ello sin contar con aquellos recién licenciados que aspiran a ser algún día estrellas de la comunicación.

A lo largo de todo este tiempo he pasado por todas las fases: dolor profundo ante una situación que sé injusta y que nadie me lograba explicar; despecho profundo; indiferencia... y, como no, ganas de volver a demostrar que puedo darlo todo en una profesión bella como ninguna y llena de emociones. Supongo que estos meses me han servido para crecer como persona, conocer bien los entramados del Servicio Andaluz de Empleo, recuperar buena parte de mi vida social y bajar a la realidad, ver las cosas con otros ojos y pensar que tal vez (si existe el destino, como sostiene mi buena amiga Delia) me esperan experiencias maravillosas, diferentes a las que ya me había acostumbrado.

Ahora quiero ser optimista, la crisis económica no va a durar eternamente, ¿no?, y mientras que pasa creo que no me vendrá mal ampliar conocimientos. Vuelvo a la Universidad; me estoy centrando en conocer bien las nuevas tecnologías; estoy aprendiendo a escuchar más si cabe a mis queridas asociaciones de vecinos, sus representantes e integrantes (a los que les doy las gracias por seguir llamándome para ver cómo me encuentro y qué es de mi vida); y replanteándome mi visión sobre algunas cosas.

Tengo claro es que este barco a la deriva en el que se ha convertido mi vida tendrá que llegar a algún puerto. Mientras tanto, hace poco días José Antonio (mi fan número uno dentro del mundo vecinal, jajaja) me dijo eso de: "Niña, tú por qué no te haces un bló de esos. Yo te voy a leé". Y aquí estoy. Escribiendo de nuevo.

Gracias José Antonio, gracias a todos los que me insistís para que no tire la toalla, porque me dais energía suficiente como para comerme el mundo.