domingo, 13 de febrero de 2011

MANIFIESTO DE LOS INTELECTUALES Y PROFESIONALES GUINEOECUATORIANOS A LA COMUNIDAD INTERNACIONAL

En el Exilio, 11 de Febrero de 2011

Desde que Guinea Ecuatorial, nuestro país, obtuvo la independencia el 12 de octubre de 1968, los guineoecuatorianos no hemos disfrutado ni de un día de libertad. El primer presidente, Francisco Macías Nguema, instauró un régimen sanguinario y despótico durante once años, cuyas consecuencias fueron el asesinato de miles de compatriotas, el exilio de más de un tercio de la población, la devastación de los recursos económicos, la aniquilación del Estado, la imposición del tribalismo como doctrina política y social, y la sañuda persecución de cuanto significara cultura y progreso.

El 3 de agosto de 1979, el entonces viceministro de Defensa, el teniente coronel Teodoro Obiang Nguema, sobrino del presidente, derrocó a su tío mediante un golpe de Estado; dicha acción fue acogida con alivio y esperanza, al prometer restaurar las libertades, construir un Estado de derecho, lograr la reconciliación nacional y promover el desarrollo económico y social. Casi 32 años después, es manifiestamente notorio que el país no se ha desarrollado, a pesar de sus ingentes recursos naturales (hidrocarburos, minerales, pesca, madera…), que son acaparados únicamente por el presidente y su entorno, por lo cual Guinea Ecuatorial es considerado uno de los países más corruptos del mundo. En este largo período, el mandato del general Teodoro Obiang Nguema se caracteriza por su violencia institucional, que ha llevado a la muerte a centenares de personas; el último episodio se produjo el pasado 21 de agosto, cuando ordenó fusilar a cuatro opositores secuestrados meses antes de su refugio en un país vecino; el secuestro y asesinato sistemático de refugiados ecuatoguineanos en el exterior; la tortura como uso “habitual” en el país, según recoge un informe reciente del Relator de Naciones Unidas sobre la Tortura; la ausencia de las más elementales libertades de expresión, manifestación, reunión y asociación; no hay seguridad jurídica para los ciudadanos, nacionales o extranjeros, y todo el sistema judicial –designado por el presidente- participa de la corrupción estructural instalada en el país; en definitiva, Guinea Ecuatorial se ha convertido en un “reino” donde la arbitrariedad y la conculcación sistemática de los Derechos Humanos son moneda corriente.

En sus casi 32 años de gobierno, no se ha instaurado un verdadero régimen democrático, pues el gobernante Partido Democrático de Guinea Ecuatorial (PDGE), fundado por el presidente, actúa en la práctica como partido único; no hay desarrollo social, pues el país carece de hospitales dignos y suficientes, escuelas y maestros, viviendas y transportes, e incluso de servicios elementales como luz eléctrica, agua corriente y saneamiento ambiental. Pese a ser el tercer productor de petróleo y gas natural del África Subsahariana, Guinea Ecuatorial sigue figurando entre los países más pobres del mundo. Según diversas ONGs y organismos internacionales, el 10 % de la población acapara el 85 % de la riqueza nacional.

No sólo no se fomentan el saber y la cultura, sino que desde el poder se priman la ignorancia y la brutalidad. De este modo, podemos asegurar que la mayoría de los cuadros profesionales –profesores universitarios, ingenieros, arquitectos, médicos, periodistas, etc.- se encuentran en el exilio, imposibilitados de poner sus conocimientos y experiencia al servicio del desarrollo de su país.

En sus 32 años de gobierno, el presidente Teodoro Obiang no sólo no ha acometido la necesaria reconciliación nacional, sino que sus acciones tienden a fomentar las rivalidades étnicas.

En estos 32 años de mandato, el presidente Teodoro Obiang se beneficia de la pasividad de la Comunidad Internacional, que sólo ansía explotar los recursos naturales del país; del miedo una población indefensa que aguanta en silencio todos los atropellos, y de la corrupción extendida a otros ámbitos internacionales.

En este contexto se produce la acción desesperada de nuestro compatriota y compañero JUAN TOMÁS ÁVILA LAUREL, quien se ha declarado en huelga de hambre como única forma de protesta contra la tiranía silenciada en Guinea Ecuatorial. El gesto ejemplar de JUAN TOMÁS anima nuestra solidaridad con él y con todo nuestro sufrido pueblo, con la esperanza de que, en un mundo y en un continente cambiantes, Guinea Ecuatorial pueda alcanzar las metas de libertad y dignidad que merecemos.

Por todo ello, al difundir este manifiesto, esperamos que la solidaridad de todas las mujeres y de todos los hombres de buena voluntad actúe como un aldabonazo en las adormiladas conciencias de los dirigentes del mundo entero –sobre todo de los responsables de los Organismos Internacionales y países que colaboran con el régimen del general Teodoro Obiang Nguema-, contribuyendo, así, a mostrar la realidad que padecemos en Guinea Ecuatorial desde hace casi 42 años, muy alejada de la propaganda interesada difundida por los “lobbys” que mantienen en el poder a un régimen sanguinario y corrupto.

Aspiramos asimismo a que este Manifiesto de solidaridad con nuestro compatriota JUAN TOMÁS ÁVILA LAUREL contribuya a reflexionar sobre la idea básica que lleva a este compatriota nuestro a emprender su acción, es decir, sentar las bases para que Guinea Ecuatorial supere la larga opresión dictatorial y alcance la libertad, base de la estabilidad, de la prosperidad y del desarrollo.

Por último, confiamos en que todas las firmas que podamos recoger impidan que nuestro amigo y compatriota JUAN TOMÁS ÁVILA LAUREL sea víctima de las crueles represalias a las que nos tiene acostumbrado el poder instalado en Malabo.

Donato Ndongo-Bidyogo, escritor y periodista, en el exilio, España

Francisco Zamora Loboch, escritor y periodista, en el exilio, España

Justo Bolekia Boleká, prof. Universidad de Salamanca, en el exilio, España

José Luis Nvumba Mañana, abogado, en el exilio, España

Juan Ramón Aranzadi, profesor de Antropología, UNED, Madrid

Huelga de hambre contra el Gobierno de Obiang

Desde hace meses, tengo este pequeño rincón abandonado debido al escaso tiempo que me queda libre. Entre mis labores en la OTRI y mis estudios apenas tengo un hueco y, cuando éste se presenta, decido salir a la calle, ver una buena película o leer un libro antes de sentarme de nuevo delante de mi ordenador. No obstante, hoy, cuando miraba el correo electrónico, he recibido un mensaje que me ha traído de nuevo hasta aquí.

En octubre de 2010, tuve el honor de participar como ponente en el II Congreso Internacional de Estudios Literarios Hispanoafricanistas. Mis estudios sobre género y, especialmente, sobre la situación de la mujer africana, concretamente guineoecuatoriana, me llevaron a compartir espacio con una serie de hombres y mujeres que, sin que ellos lo sepan, marcaron mi trayectoria personal y profesional. Uno de ellos fue el escritor  guineoecuatoriano Juan Tomás Ávila, quien desde el pasado 11 de febrero está en huelga de hambre.

Por desgracia, muy pocos españoles se interesan por lo que pasa en un pequeño trozo de África que hasta el año 1968 fue colonia española: Guinea Ecuatorial. Su pueblo ha pasado mucho desde entonces. Como recogí en mi tesina:

La población guineana ejerció su derecho al voto en 1968 y Francisco Macías Nguema ocupó el puesto de presidente. Pronto, muy pronto, la persecución a los políticos que constituían los partidos de la oposición fue una realidad y en 1971, Macías aunó en su persona “los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, además del generalato en jefes de las Fuerzas Armadas. Se declaró por decreto presidencial ‘único e incansable milagro de Guinea’. Así, sentó las bases de lo que el historiador suizo Max Liniger-Goumaz denominó afro-fascismo” (cit. por Ngom, 2000:16).

El entonces presidente inició su política de propagación de la vuelta de los valores tradicionales fang y, en 1973, la cuarta parte de la población guineoecuatoriana se vio forzada a exiliarse; de hecho, la mayoría de la élite intelectual, política y económica del país o había sido asesinada o había huido hacia España, Camerún o Gabón. Los once años que duró la dictadura de Macías fueron completamente devastadores. El terror se apoderó de las calles y la ruina económica se precipitó sobre el país de forma irremediable. Poco a poco el colapso económico fue una realidad palpable y la población volvió a la agricultura de subsistencia, sin olvidar que los servicios médicos y el sistema educativo quedaron totalmente destruidos.

En medio de todo este caos, el 3 de agosto de 1979, Teodoro Obiang Nguema (sobrino de Francisco Macías) encabezó un golpe de estado que dio un nuevo rumbo a la historia de Guinea Ecuatorial. Aunque en un principio se pensó que esta actuación militar podría devolver la libertad a Guinea, los más de treinta años de dictadura cruel han demostrado lo contrario. El asalto a la presidencia del Gobierno guineano fue respaldado por el ejecutivo español.

La instauración de un nuevo periodo dictatorial quedó más que evidenciada cuando los refugiados que habían regresado a Guinea comenzaron a ser encarcelados y apaleados, teniendo que volver nuevamente al exilio. Así las cosas, muy pocos volvieron a Guinea Ecuatorial y desde entonces, “Obiang ha instalado a su familia en el poder, gobernando el país como si se tratase de su propiedad privada. No ha demostrado nada de misericordia con la oposición y el respeto de los derechos humanos es mínimo” (Afrol, 2010a).

El país, a lo largo de las últimas décadas, ha ido experimentando una serie de cambios importantes que han llegado de la mano del petróleo. En 1995 se descubrieron abundantes yacimientos de este oro negro en Guinea y desde entonces el país se ha convertido, en teoría, en uno de los más ricos de África. No obstante, todos los beneficios, lejos de verse reflejados en una mejora de las condiciones de vida del pueblo, van a parar a manos de la familia del presidente Obiang.

De hecho, la mayoría de los guineoecuatorianos viven con menos de un dólar al día pese al enriquecimiento de las clases altas del país, una élite bien relacionada con la familia Obiang y con la industria petrolera que se asienta a pasos de gigante en este pequeño trozo de tierra africana.

Asimismo, numerosos han sido los informes internacionales que se han emitido en relación a la vulneración de los derechos humanos en Guinea. No obstante, parece que, hasta la fecha, ninguno de ellos ha sido realmente de utilidad si se tiene en cuenta que la situación no parece haber mejorado mucho desde 1979. Es más, según especifica Naciones Unidas, Guinea Ecuatorial viene siendo supervisada por la Comisión de Derechos Humanos desde el 79 y en el año 2000 este país aún carecía “de un consistente Estado de derecho”, algo que no ha cambiado en 2010, y es que actualmente esta perla negra es un lugar en el cual existe una concentración de poderes en el ejecutivo, no hay libertad de opinión, ni grupos sindicales, ni un poder judicial independiente y la discriminación es una realidad aplastante que se cierne especialmente sobre las mujeres y los menores de edad.


Y muchos más que se podría contar sobre la gestión que Obiang ha puesto en marcha en Guinea y que España se encarga de apoyar.

Una visita vergonzosa

Por todo ello y mucho más, me parece totalmente vergonzoso que José Bono y una delegación de diputados españoles se entrevistaran hace unos días con un hombre que públicamente no duda en admitir que vulnera de forma sistemática los derechos humanos de miles de personas. Esta repugnante actitud de nuestro Ejecutivo ha provocado la reacción de los intelectuales guineanos, que impotentes, reclaman algo de coherencia a un Estado como el español que presume de democracia y libertad, mientras que se entrevista (sólo por dinero) con un tirano de semejante calaña.

Entre estas reacciones se encuentra la de Juan Tomás, quién ha escrito el siguiente correo electrónico:

"Estimados amigos:

Desde el día de hoy y hasta que Dios disponga o las cosas se aclaren me declaro en huelga de hambre por la situación de Guinea Ecuatorial.

Adjunto va una carta que pido que den publicidad y que lo hagan llegar a su dueño.
Siendo darles una mala noticia, pero no puedo más.

Muchas gracias por comprenderlo
Juan Tomás.

CARTA A JOSÉ BONO MARTÍNEZ, PRESIDENTE DEL PARLAMENTO ESPAÑOL


EXCELENTÍSIMO SEÑOR DON JOSÉ BONO MARTÍNEZ:

Ya que cree tanto en la solvencia moral del presidente Obiang, quien lleva en el poder desde el año 1979, le pedimos de todo corazón que hagas las gestiones y presiones para constituir en Guinea un gobierno de transición en el que no deben formar parte ninguno de los que han ostentado cargos en estos 32 años.

Esta, como creerá, no es una exigencia política, sino social y moral. Ya no podemos seguir viviendo bajo una dictadura que nos come el alma.

Señor Bono, lo único que deseamos es que consiga que Obiang, su hijo Teodorín, la primera dama Constancia, los hermanos y primos generales y coroneles que sostienen este incalificable poder consigan un asilo en un país seguro. Creemos que con la tercera parte del dinero guardado en el extranjero por uno solo de ellos dará para que vivan hasta el resto de sus días. El resto del dinero tendrá que ser devuelto al país. Pida a los gobiernos de los países implicados en esta masiva evasión de dinero que colaboren y tengan fe en nuestras peticiones, tanto en la asignación de un mínimo para que vivan como en la restitución del resto al país.

No exigimos que sean juzgados, porque hasta ahora no es una exigencia planteada por ninguna organización. Cómo podían plantearlo si los legitimáis con vuestros gestos. Entonces no tendría sentido plantearlo después, porque sería una hipocresía mayor.

Con el dinero recuperado, señor Bono, se construirán escuelas y se formarán maestros y profesores y sacaremos del ejército guineano a estos miles de jóvenes secuestrados por la miseria y les daremos educación y formación. Y daremos educación a los niños guineanos, faltos de atención en un país rico como éste.

Con este dinero y con lo que queda, instituiremos la justicia y lucharemos contra la impunidad. Formaremos a jueces y robusteceremos nuestro sistema judicial.

Con este dinero, señor Bono, cultivaremos nuestras tierras, aseguraremos nuestras despensas y lucharemos contra la degradación ambiental. En definitiva, nos procuraremos lo indispensable para una vida mínimamente digna.

Con un plan de un gobierno más humano, haremos que la vida en Guinea sea digna, porque creemos que hay recursos para ello.

Este no es un plan de Gobierno, señor Bono, pero si se les deja hacer a los que más saben y quieren, lo que se diga de Guinea será de mutuo beneficio para España y para todos los guineanos que viven aquí y en muchas regiones y provincias españolas esperando un milagro que no se dará si no hacemos, hace usted, lo que debe, aprovechando tu visita.

No es justo dejar mi vida en sus manos, señor Bono, pero tengo que reconocer que lo que pase de ella tendrá usted mucho que contar".

Malabo, 11 de febrero 2011

Juan Tomás Ávila Laurel".


Espero que la lucha contra el Gobierno de Obiang no le cueste la vida ni a Juan Tomás ni a ningún guineoecuatoriano más.

Más información en http://www.asodegue.org/ y http://www.guinea-ecuatorial.net/