jueves, 10 de septiembre de 2009

Días que se hacen eternos

Hoy estoy feliz. El martes volví a darme cuenta de que siempre hay algo de esperanza y que cuando menos te lo esperes, alguien, en algún lugar, decide darte otra oportunidad. El lunes comienza una otra etapa en mi vida que promete ser muy diferente. Pase lo que pase, aprenderé, conoceré un nuevo mundo y, lo que es más importante, me ayudará a crecer como persona. Comienzo una vez más como becaria (y ya van tres), una nueva aventura que pienso aprovechar al máximo. Me dure lo que me dure esta nueva apuesta sé que marcará mi carrera profesional y mi vida.

Durante un año, me he despertado cada día deseando que sonara el teléfono y alguna voz decidiera darme la oportunidad de volver a salir a la calle en busca de la noticia. No obstante, la situación actual no me ayudaba demasiado y los días se fueron convirtiendo en meses y los meses en un año duro y demasiado largo.

Todos las mañanas revisaba los portales de empleos que hay en la red (decenas), me inscribía en aquellas ofertas que me parecían acertadas para mi o mandaba el currículum a diferentes redacciones de cualquier rincón de España, a conocidos, amigos o personas que sabía que podrían echarme un cable. A diario, leía los periódicos (pese al dolor que ello me provocaba a veces) para seguir estando al día de la actualidad, solía inscribirme en cursos relacionados con las nuevas tecnologías y redactaba alguna nota de prensa de las asociaciones con las que colaboro de forma habitual.

He recorrido kilómetros para acudir a entrevistas donde me han llegado a ofrecer 300 euros de sueldo y me he desesperado hasta decir basta cuando a mi situación laboral se le unió algún que otro problema de salud. A pesar de todo, me lo he tomado con humor, a mis amigas les digo que "tuve que pasar junto a una conferencia de tuertos en algún momento y que todos se fijaron en mi" (que me perdonen los tuertos).

Pero, lo peor es que hay personas que están atravesando situaciones mucho más delicadas que yo. Y es que, por suerte no tengo una hipoteca que me ahoga ni una familia que mantener. Somos cinco millones de parados en España (y la lista parece que aumentará. Mi solidaridad con mis compis de Localia e Información Jerez y con los trabajadores de Vicasa) y hay historias que me hacen darme cuenta de lo afortunada que soy pese a mi situación. En la cola del Inem, hace unos días, me encontré con una vieja compañera de estudios. Y tras varios minutos de charla, comenzó a explicarme su actual situación. Vive con su pareja (en paro también) en una casa que a duras penas pueden pagar, están a punto de perder el hogar que construyeron hace tres años con mucha ilusión y lo peor es que me aseguraba que "no tenemos a donde acudir".

La famosa ayuda de los 420 euros no es suficiente para Teresa, una mujer que vive en San Telmo y que mantiene a 8 persona ella solita. Sus lágrimas en las puertas del Servicios Andaluz de Empleo me superaron. "Y yo me quejo", pensé. "Los días se me hacen eternos. No encuentro trabajo ni limpiando escaleras. Sólo me queda robar o hacer algo peor", explicaba a quien la quería oír.

Y con este panorama, la llamada de Ismael para darme la oportunidad de ser becaria de nuevo hizo que me sintiera como si hubiese pasado el casting de mi vida. Sé que para muchos es un paso atrás, pero para mi ahora mismo es un oasis en medio del desierto del que pienso aprovechar cada uno de sus recursos, aunque en unos meses el destino me vuelva a colocar en las listas del paro. Espero que no sea así y que comience una nueva aventura sin retorno.

A ver si se acaba esta dichosa crisis aparentemente sustituida en los medios por la oportuna Gripe A.

3 comentarios:

  1. No es malo dar marcha atras si es para cojer carrera!!!!y tu la vas a cojer!!!tq prima mia!!

    ResponderEliminar
  2. Eso es blanca, con ganas y mirando siempre el lado positivo. Mucho ánimo y espero que nos veamos esta semanita y me cuentes los detalles :)

    ResponderEliminar
  3. que pasa contigo??no escribes mas??nos tienes abandonadas!!jajaja

    ResponderEliminar