martes, 13 de julio de 2010

Lo que no consiga el fútbol...

Resulta verdaderamente llamativo todo lo que ha ocurrido en España en las últimas dos semanas. En estos días catalanes, vascos, canarios, andaluces, ceutíes, gallegos, manchegos, aragoneses, madrileños... se han vestido con orgullo con los colores de la bandera de España, un símbolo que hasta antes de ayer parecía que a muchos les pesaba por ver en él ciertas connotaciones un tanto desfasadas. No he podido dejar de sonreir cuando he visto decenas de casas luciendo banderas, a algún que otro hippie con la cara pintada con los colores rojo y amarillo y unos amigos que presumen de ser vascos sobre todas las cosas gritar con el gol de Iniesta.

Pienso en ello y no me queda nada claro que esta unión marcada por el orgullo patriótico de ser español dure más de una semana. Vivimos en un país muy complejo que tienen hacia el federalismo de forma aparentemente irremediable y donde, en la mayoría de las ocasiones, los nacionalismos nos dividen más que nos unen. Además de ello, nuestra realidad parece empeñada en hacer de la bandera un símbolo de una ideología concreta (cuando no debería ser así), y es que en España no logramos superar ciertos complejos que por desgracia arrastramos aún de un pasado que es más reciente de lo que nos gustaría.

Yo misma nunca he lucido los colores nacionales (ni creo que lo haga), y aunque parezca una soberana estupidez, esa es la pura realidad, al igual que carezco de sentimientos nacionalistas aunque sí los tenga localistas. No obstante, cuando he estado en el extranjero o he visto a la selección en acción en este Mundial el orgullo patrio se ha apoderado de mí.

En tierras lejanas no paro de hablar de lo buena que es nuestra comida, de lo magnífica que son nuestras playas, de lo buena gente que somos en España, de nuestro clima, hasta presumo de sanidad pública (cuando aquí la critico con demasiada continuidad) y de los avances sociales que hemos alcanzado en tan solo 30 años de democracia. Cuando he estado en Turquía, Cuba, Túnez o en Italia he pensado en la gran suerte que tengo de ser española.

Lo mismo me ha pasado con la selección de fútbol. Y es que al margen de lo que hayan conseguido por méritos propios a nivel deportivo, me he sentido muy orgullosa de que me representara un grupo de chavales humilde, unido y que han transmitido unos valores muy buenos a quienes cada semana se han sentado a ver sus partidos. Esta selección a mi me ha enamorado (además de por ganar la Copa del Mundo) por su elegancia en el terreno de juego, por su saber estar en todas y cada una de las ocasiones, por su cercanía, por su talante, su sencillez, su hermandad y su sinceridad.

Y como no, por su capitán. San Iker que desde mi punto de vista ha dado a muchos en las narices con sus paradones y el gran beso que le dio a Sara Carbonero. De hecho, este tema es digno de un análisis más detallado ya que el machismo con el que se ha tratado a esta profesional de los medios de comunicación ha clamado al cielo. Sólo espero que a cada cerdo le llegue su San Martín y que a aquellos que han dicho estupideces sobre ella y su relación con el portero de la selección nacional queden desacreditados para el resto de su carrera seudoprofesional. Ella ha hecho un trabajo impecable en el mes y medio que ha estado en Sudáfrica, no ha perdido la compostura en ningún momento y se ha hecho más directos de los que muchos periodistas estarían dispuestos ha soportar. Ha demostrado con creces que además de ser una cara bonita es una gran reportera deportiva y que no le tiembla el pulso a la hora de preguntar a quien sea.

He visto muchas veces (como toda España) la entrevista que Sara le intentó realizar a Iker tras la victoria ante Holanda y ella en ningún momento perdió las formas. De hecho, cuando el capitán se emocionó, Carbonero intentó desviar el tema y hablar del partido pero fue él quien quiso mostrar lo importante que en ese momento era ella y sus sentimientos. Y muy bien hecho Casillas, además, seamos sinceros, la ocasión lo merecía. Todos nos emocionamos y gritamos un ole auténtico, porque ese es el particular gol que el guardameta le ha metido a algunos rancios que hablan o escriben de más.

En fin, que entre unas cosas y otras, estos días España está patas arriba. Parece que de momento la crisis nos ha dado un respiro y hasta ZP se animó a darse un baño de multitudes ayer, algo que creo que será difícil que vuelva a pasar.

Lo que no consiga el fútbol...

1 comentario:

  1. Loca del tinte, hace mucho tiempo que no sé nada de ti. Que yo sepa, las cervezas todavía no tiene año de crianza... así que menos roja y a ver cuándo quedamos. Me alegro de leeerte por aquí. Un besote, preciosa!!! y viva La Roja!!!!

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