martes, 18 de mayo de 2010

Una vieja historia de amor

Conozco a Sole y a Raúl desde que tenía 16 años. Y puedo asegurar sin ningún tipo de reparos que esta década de amistad ha sido una de las mejores experiencia que me ha otorgado la vida. No es nada fácil encontrar buenos amigos, esos que sin que digas una sola palabra saben que algo no va bien y te dan un abrazo, te consiguen sacar una sonrisa o simplemente te piden que des un paseo con ellos por la playa. Esos que en los malos momentos aprietan los dientes contigo y te vuelven a recordar que la vida es bella y hay que aprovecharla al máximo. Esos que en las noches de fiesta te hacen reír, te sacan a bailar a pesar del cansancio o buscan cualquier excusa para presentarte a algún que otro chico guapo. Esos que en tardes lluviosas te invitan a ver una película, a tomar un café o sencillamente te proponen pasar horas hablando con ellos de los divino y de lo humano como si fuéramos a arreglar el mundo. Esos que están siempre ahí, cuando se les necesita y cuando no, de los que a diario aprendes cosas buenas.

Tengo que reconocer que en ese sentido he tenido suerte. Tengo muchos amigos, pero Sole y Raúl ocupan un lugar especial. Ellos son diferentes. Me han enseña que el amor mueve montañas y es capaz de tirar al suelo de un plumazo las murallas más altas. En una época en la que permanecer al lado de una persona 15 años es una auténtica odisea, ellos van y lo consiguen. Y no sólo eso, han logrado constituir una familia de la que, casi sin quererlo, me han hecho participe. Por eso y por cómo son los adoro y, como dice la Esteban, MATOOOOOOO.

Recuerdo el día en el que me enteré que Sole y Raúl esperaban su primer bebé. La verdad, es que fue una mezcla de sensaciones muy raras. Entre la sorpresa y la alegría, la incertidumbre pero la confianza ciega de que serían unos padres excepcionales. Hoy Gonzalo tiene cinco años y está hecho un auténtico campeón. Todavía le queda mucho camino por recorrer, pero estoy convencida de que gracias a los padres que tiene este trayecto estará lleno de amor. La llegada de Hugo se podría decir que fue desestabilizadora, pero no por ello menos importante. Personalmente no lloré tanto como con Gonzalo (la experiencia es un grado) pero fue igual de emocionante. De eso hace dos años ya. ¡Cómo pasa el tiempo! Esos mocosos se han convertido en parte de mi vida, una parte muy importante.

Poco a poco Sole y Raúl han creado una familia de esas que todos querríamos tener y que tengo la suerte de tener cerca.

Hace menos de 48 horas que Sole y Raúl nos comunicaron que por fin se casan. La fecha y el lugar escogido:  el 25 de junio de 2011 en Zahora. No podía ser de otra forma: en la playa. Cuando me enteré los nervios y la emoción se desprendían de todos los poros de mi piel. Y es que esperaba esta noticia desde hacia mucho tiempo. Sé que ese día lloraré muchísimo pero será mágico, inolvidable e irrepetible. Un acontecimiento que tendré la suerte de vivir junto a ellos.

Sole y Raúl son el ejemplo más claro de que el amor sigue existiendo a pesar de que muchos proclamen su muerte. Ellos conocen sus misterios y consiguen que gente como yo tengamos fe ciega en que en algún lugar del planeta existe esa persona con la que compartir el resto de tu vida. Sólo hay que encontrarla, y nadie dijo que fuera fácil.

2 comentarios:

  1. Enhorabuena a la pareja! Me alegro mucho, por si no lo leen se las das de mi parte.
    Y Blanquita me alegra que hayas retomado estas líneas! Ya sabes que soy seguidora incondicional. Un beso enorme ;) Marta

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  2. Ainss!!! Que casi lloro y todo... Que bien, como me alegro por ellos. A ver si os veo cuando vaya, porque a Hugo ni lo conozco y a Sole la última vez que la vi fue en la boda del Brechi. Como me alegro de que sean tan felices, se lo merecen :)

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